Tommy, el perro que espera en la Iglesia a su dueña fallecida

Desde que falleció su dueña, el canino visita todos los días la Iglesia donde se realizó el funeral

Es un pastor alemán de 12 años. La mujer, que murió hace dos meses, lo llevaba diariamente al templo. Ahora es alimentado por el párroco y los fieles./diarioadn.com.co
 
Tommy no se ha perdido ninguna eucaristía desde que María murió. La última vez la acompañó a la iglesia y allí sigue esperando todos los días a las 5:00 p.m. que regrese. Pero ella no ha vuelto.
Cuando escucha las campanas deja su refugio en la plaza y se va a dormir al altar. Permanece próximo al sacerdote cuando este reparte las hostias, celebra bodas, bautizos y funerales. A veces se queda dormido detrás del atril donde se lee el evangelio.
Esta es la historia de Tommy, el perro que oye las oraciones esperando el retorno de su dueña, quien lo recogió de la calle y adoptó, según publica el diario 'Il Messaggero'.
Solo el miércoles perdió la misa porque llovió mucho y se quedó en el patio de la casa en el campo de San Danos, un pequeño pueblo en la provincia de Brindisi, en Italia.
Desde que murió María, el pastor alemán de 12 años acude diariamente a la iglesia de Santa Maria Assunta. Desde el día del funeral, hace dos meses, ha seguido en procesión por María que vivía con tres perros más, adoptados todos después de deambular por las calles de San Danos.
Ahora quedó solo, pero todo el pueblo lo protege, lo alimenta y acaricia como emblema de fidelidad”, contó un testigo que también asiste a esa Iglesia.
El sonido de las campanas lo trae de vuelta al templo. Juega con las mujeres que van a dar un paseo por el parque pero su especialidad son los oficios religiosos.
Sigue todas las procesiones funerarias y espera la llegada del féretro en el altar, con autorización del párroco Donato Panna, quien le permite entrar al templo durante los bautismos, bodas y entierros.
Recuerdan los fieles que un día fue al funeral de una niña de 12 años, Tommy se acercó al ataúd y colocó su pata sobre la madera. Una auténtica historia de fidelidad.

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