La historia del perro que conmocionó a la red con una fotografía

El encuentro fue casual, inintencionado. Unas miradas que se cruzaron y la química alcanzó niveles estratosféricos. A un lado observaba divertido John Unger, un joven de Wisconsin, y al otro un cachorro de mezcla de pastor alemán que miraba curioso e inquieto el rostro de esta inesperada visita. Que les hablen de flechazos, o al menos eso podemos afirmar a toro pasado que es lo que sucedió en aquella perrera

John Unger abrazado a su mascota, un  pastor alemán/ahoraque.org

“Me lo llevo”, sentenció Unger. Su nuevo amigo se llamaría Shoep y en sus escasos meses de vida ya conocía el lado más amargo que se oculta en las oscuras almas de algunos humanos: aquella bolita de pelo fue maltratada hasta que alguien logró rescatarla de aquel infierno y acabó en el refugio a la espera de un nuevo hogar. “Quería un perro que hubiera sido maltratado”, reconocería más tarde Unger, a quien le movía el ánimo de poder ayudar, aunque fuera a una mascota. El romance inquebrantable ha durado veinte largos años, una vida llena de felicidad y satisfacciones para ambos, pero la historia de amor se vio truncada cuando una mañana Shoep no saltó de alegría al ver a su dueño. Se había ido para siempre.
Lo sucedido, a fuerza de ser sinceros, no tiene nada de extraordinario y de hecho, los que tengan un perro conocerán de primera mano la intensidad de su amor y su devoción. Pero la historia de Unger y Shoep se hizo famosa en todo el mundo debido a una foto, sólo una foto, que a las pocas horas de haber sido subida a Facebook ya se hizo viral.
Una foto que lo cambió todo
Todo comenzó poco a poco: el fiel amigo de cuatro patas se iba haciendo mayor y el cronómetro marcaba ya tiempo de descuento: la artritis le provocaba un dolor insoportable que le impedía conciliar el sueño por las noches. Pero desde aquella mirada veinte años atrás, amo y can hablaban un mismo idioma. Bastaba el gesto de sufrimiento en los avejentados rasgos del rostro de Shoep para que su dueño comprendiera el calvario que estaba pasando. “Descubrí que el agua del lago aliviaba su dolor”, afirmó Unger, quien comenzó a bañar a su viejo amigo en las aguas del Lago Superior.

La ausencia de dolor conseguía que Shoep cayera, por fin, en el reparador sueño que le era negado por las noches. Y ahí estaban, dueño y perro, cara a cara flotando en las aguas del lago norteamericano, sin más sonido que el de los pájaros, durante unos minutos que sabían a gloria a ambos. Los baños terapéuticos se hicieron habituales y un buen día John Unger pidió a una amiga fotógrafa que inmortalizara este peculiar instante. Clic. La instantánea retrató el momento: un fatigado Shoep acurrucaba su hocico en el cuello de su dueño mientras ambos eran mecidos plácidamente por las aguas. No había más en la foto, pero tampoco era realmente necesario.
La instantánea retrató el momento: un fatigado Shoep acurrucaba su hocico en el cuello de su dueño mientras ambos eran mecidos plácidamente por las aguas
Unger regresó a su domicilio y la subió a su muro en Facebook, y tras lo cual se dedicó a sus quehaceres cotidianos. Pero la mecha ya estaba encendida. Aquello era demasiado bueno, demasiado auténtico e intensamente real como para omitirse. El romance en vida que estos grandes compañeros estaban disfrutando en el anonimato saltó catapultado a las estratosferas sociales.
El momento se hizo mundialmente conocido y se estima que más de dos millones de personas han visto ya la fotografía.
El poder de las redes sociales
De la noche a la mañana una conmovida red se movilizó para ayudar al viejo pastor alemán: llovieron las donaciones y pudo ser tratado convenientemente de sus dolores. El pasado mes de diciembre, un emocionado Unger agradecía en los telediarios de Estados Unidos las ayudas recibidas y reconocía que gracias a ellas Shoep parecía “un nuevo perro”. Y la pareja siguió con sus paseos por los bosques y baños reparadores en las frías aguas del lago, disfrutando del tiempo extra de vida que el destino había otorgado al fiel amigo peludo.
Pero llegó lo inevitable, y de la misma manera que alcanzó la fama a la pareja, se comunicó el triste desenlace: el muro de Facebook, ahora con miles de seguidores, anunció el fallecimiento de Shoep. “Respiro pero no me llega el aire”, escribió Unger el pasado jueves. “Shoep ha fallecido”.
La triste noticia recorrió con celeridad las redes sociales y miles de seguidores de esta peculiar pareja se acercó por el muro de su Facebook para dejar sus condolencias. Un fallecimiento agridulce, que nos deja el legado de una amistad inquebrantable, reflejada en una foto que hace de necesario contrapeso a los infortunios que copan cotidianamente las portadas de los periódicos. De los cientos de comentarios que se amontonan en el obituario 2.0 nos quedamos con este y dirigido a Unger: “Shoep tuvo suerte, pero tú también”.

Perro llora descontrolado al ver a su amo después de 6 meses

Este soldado estadounidense llega a su casa después de 6 meses de ausencia. Al llegar al segundo piso, su perro se lanza, lo abraza y llora de felicidad. El soldado se sienta en una silla con su mascota, que da alaridos y llora por 2 minutos más. Amor sincero:



Definitivamente el perro es el mejor amigo del hombre./kienyke.com


Perros callejeros, los otros manifestantes de Chile

Los perros callejeros de Chile se unen a cualquier protesta, sin temer las consecuencias de los enfrentamientos


Perros callejeros, también protestan en Chile./semana.com

No temen el gas lacrimógeno ni el chorro de los carros lanza aguas de la policía, con el que incluso les gusta jugar: son los perros callejeros de Santiago, los otros manifestantes de Chile, que se unen sin condiciones a cualquier protesta que transcurra por el centro de la capital.
Decenas de canes marcharon este jueves junto a los trabajadores convocados por la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), el mayor sindicato del país, apoyando sus consignas con ladridos y recibiendo cariños de muchos de los manifestantes, quienes los ven como uno más del movimiento.

Al culminar la protesta, cuando los grupos de encapuchados empezaron a lanzar piedras contra la policía, los perros comenzaron a mover la cola felices: corrían tras las rocas, las recogían con la boca y las devolvían a los violentos para que las volvieran a tirar.

Los perros manifestantes cobraron un inesperado protagonismo cuando en 2011 comenzaron las masivas marchas de los estudiantes chilenos en reclamo de un cambio del modelo educativo heredado de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), que a menudo finalizan con disturbios sofocados mediante gas lacrimógeno y carros lanza aguas.

Su aparición constante en las fotografías de los enfrentamientos entre policía y manifestantes que dieron la vuelta al mundo, llevaron a un periódico local a preguntarse en un titular: "¿De quién es el perro que no se pierde una marcha?"

El más famoso de ellos fue bautizado como "el Negro", un quiltro -como son llamados en Chile los perros de raza mezclada- de color carbón y con un pañuelo en el cuello, que cuenta incluso con una página en Facebook con más de 6.000 seguidores y una cuenta propia en Twitter, seguida por unos 2.000 usuarios.

"Revolucionario innato, padre chileno de 32 hijos (reconocidos) y marido de seis señoras, amigo del pueblo y la peor pesadilla de la policía", reza su irónica presentación en la red social.

"Los perros ya son un clásico en las marchas, incluso defienden a los estudiantes de los policías en sus manifestaciones", dijo a la AFP Marisol Vargas, una joven trabajadora que asistió a la marcha convocada este jueves por la principal central sindical del país en reclamo de mejoras laborales.

Y no es que los perros sientan menos los efectos del gas lacrimógeno. Según el vicepresidente del Colegio Médico Veterinario de Chile, Fernando Álvarez, a los perros "les afecta como a los humanos".

"Lo más probable es que (los perros manifestantes) tengan irritación ocular y del aparato respiratorio, y si se trata de perros con patologías crónicas, puede incluso desencadenar su muerte", aseguró el veterinario a la AFP.

La atracción de los perros por el chorro del carro lanza aguas es según Álvarez, "parte de la cuestión lúdica" perruna. Los perros son capaces de saltar acrobáticamente entorno al potente chorro, haga frío o calor.

Una postal habitual de Santiago

La mayoría están sucios, llenos de heridas, muchos cojos y de ninguna raza cotizada. Su día a día transcurre por las calles, duermen en rincones, y se juntan en jaurías para conseguir comida y perseguir vehículos. A veces, incluso se suben a los buses de transporte público para resguardarse del frío.

Los perros callejeros son un postal habitual del centro de Santiago que no llama la atención de los lugareños, acostumbrados a esperar el semáforo junto a ellos, pero que sorprende a la mayoría de turistas extranjeros que visitan la capital, asombrados por su cantidad, y sobre todo, por su integración al paisaje urbano.

Unos 500.000 perros vagabundos deambulan Santiago, y la mayoría (398.611) tiene o tuvieron dueños, pero éstos no se hacen responsables de ellos, de acuerdo a un catastro oficial elaborado por la Intendencia (gobernación) de Santiago en el marco de un plan estatal que busca controlar la sobrepoblación canina.

Los especialistas aseguran que su proliferación se debe a la falta de una perrera municipal, sumada a una política de no exterminio de canes callejeros y una tardía campaña de esterilización.

Según Álvarez, 20% del total de perros en Chile son vagabundos."No tenemos una política de tenencia responsable. Estamos aún en las cavernas en este tema", aseguró.